La relación amorosa entre Alejandro Salas, un
joven periodista, y María Inés, una mujer de 50 años, sacudió los viejos
estereotipos de uno de los productos más longevos de la televisión mexicana:
las telenovelas. En aquel 1997 parecía que Mirada de mujer, producida por Argos
Comunicación y transmitida por Televisión Azteca, terminaría con décadas de
hegemonía de historias rosas y mujeres abnegadas.
No fue así, pero fue el primer aviso de que el
género, uno de los que da más ingresos a Televisa, la mayor cadena de
televisión en idioma español en el mundo, se empezaba a debilitar. A casi 20
años de ese episodio, las telenovelas siguen vivas en la televisión abierta
mexicana, pero un sector de la audiencia cada vez más grande le da la espalda y
se vuelca hacia el entretenimiento digital y nuevas formas de contar historias,
cuyo producto más emblemático son las series.
Televisa niega que su producto estrella se esté
apagando, pero lo cierto es que ha iniciado una serie de innovaciones que se
encaminan hacia un producto que en el medio comienzan a llamar serienovela.
Las telenovelas descienden de las radionovelas,
historias dramatizadas y aderezadas con efectos de sonido. Con los recursos de
la imagen en movimiento, en la segunda mitad del siglo pasado el género se
convirtió en pilar del nuevo medio y Televisa lo capitalizó como pocos en el
mundo de habla hispana. Incluso ahora las novelas representan 30% de sus
ingresos de televisión abierta.
Atrás quedaron los años dorados del género,
cuando producciones televisivas como María Isabel (1966) alcanzaron un rating
de 53.6 (cada punto de rating equivale a 1% del total de los televidentes
estimados). “Definitivamente (los actuales) no son los ratings de las
telenovelas de finales de los 70 y los 80, que llegaban a 40 y tantos puntos, o
como Los ricos también lloran. Hoy los ratings promedio están en 19 o 20
puntos, los mayores ratings de Televisa”, asegura Gabriela Gómez Rodríguez,
investigadora del Departamento de Estudios de la Comunicación Social de la
Universidad de Guadalajara (UdeG). Dice que Lo que la vida me robó (concluida
hace dos años) todavía alcanzó aproximadamente 30 puntos.
Aunque el Instituto Federal de
Telecomunicaciones (IFT) hace una medición corta, que es insuficiente para
detectar si hay una tendencia, también reporta un saldo negativo en las
telenovelas. En 2014 las telenovelas registraron un rating promedio de 4.1%, y
al año siguiente bajó a 3.4%, señala en su Cuarto Informe Estadístico 2015.
En los reportes de Televisa, en el apartado de
Contenidos (telenovelas, deportes, noticiarios, reality shows, programas
cómicos, etcétera), el año pasado la empresa vio reducidas sus utilidades en
6.2% contra el año previo (2014), en tanto que las ventas bajaron 1.5%, a
34,332.6 millones de pesos (mdp).
Por su parte, los ingresos de la televisora
por publicidad bajaron 9.6%, a 23,029 mdp, que incluye la facturación de sus
publicaciones impresas y sus canales de tv de paga: Izzi y SKY, aunque la
mayoría la registra la televisión abierta.
A TV Azteca no le ha ido mejor. Sus ingresos
televisivos bajaron ligeramente el año pasado, a 12,859 mdp, al tiempo que su
flujo operativo (el indicador que mejor mide el desempeño de un negocio per se,
sin los factores financieros y fiscales) y las ventas de publicidad en el
mercado doméstico también disminuyeron. La televisora reportó al final del año
una pérdida neta de 511 mdp.
Audiencias que caducan
Las televisoras han tomado nota de esta baja en
los ratings, pero aún no está claro si saben cómo detener la caída. El
auditorio que se mantiene fiel a las telenovelas aún es extenso en el país,
pero la caída del puntaje anticipa un problema más grave para el futuro: la
incapacidad de las televisoras para renovar generacionalmente a su audiencia.
“No sé cuánto tiempo vaya a durar este público
cautivo, pero se va a acabar, o cada vez va a ser menor. Si no hay un cambio
definitivo yo no le veo mucho futuro”, advierte Beatriz González Rubín,
titular de la Dirección de Posgrados de Comunicación y Tecnología en Contexto
de la Universidad Intercontinental (UIC).
Los que abandonan paulatinamente su
programación son el público más joven y un sector de clase media que tiene una
buena capacidad de consumo, y los cuales prefieren plataformas como Youtube,
Amazon, Netflix y demás sistemas OTT (contenidos para computadoras, teléfonos
inteligentes, tabletas, y Smart TV).
“Ahí hay un mercado que le preocupa
fuertemente a Televisa (y a Televisión Azteca), porque sabe que las audiencias
históricas en la telenovela tienen caducidad, más allá de esta gran brecha
digital, del acceso (a internet), de la desigualdad, y la pobreza estructural”,
asegura Jerónimo Luis Repoll, autor del libro Arqueología de los estudios
culturales de audiencia (UACM, 2010).
“La realidad es que sí han bajado los
volúmenes (de audiencia), pero a pesar de toda la oferta que existe, de los más
de 300 canales a los que puedes tener acceso en la televisión de paga y a todos
los contenidos que puedes tener on line, el volumen que concentran las
novelas, no hay otro género que lo concentre de esa manera”, defiende Elsa
María Vizcarra Gastélum, vicepresidenta de Programación y Planeación Comercial
de Televisa.
En 1997 el número de telenovelas al aire era
de entre seis y siete, a partir de 1998 de entre cuatro y cinco, y desde 2010 y
hasta mayo de 2016 son cinco. Vizcarra aclara que esto no se debe a la falta de
interés de los anunciantes por el género, sino para dar diversidad a la
audiencia.
El problema de la pérdida de rating de las
telenovelas es que se contagia fácilmente. Si pierde audiencia la telenovela,
podría ocurrir lo mismo con el público que ve los programas satélites a éstas,
de tipo revista y de espectáculos, en los que los conductores y a veces actores
entrevistan a los protagonistas de las telenovelas del momento, y reseñan y
critican, plantea Repoll. La importancia de estos programas periféricos es que
permiten captar anunciantes sin la necesidad de hacer grandes inversiones,
agrega.
La respuesta
Una de las apuestas de Televisa ha sido buscar
historias alrededor del mundo para traerlas a las pantallas mexicanas.
Actualmente, la mitad de sus historias son originales, de países como México,
Chile, Corea o Turquía, mientras que el resto consiste en la adaptación de
producciones que ya fueron transmitidas.
Por otro lado, está trabajando en hacer más
accesible su oferta mediante la plataforma Blim (un sistema OTT) y
Televisa.com, donde el público puede ver programas en vivo o algunos capítulos
anteriores.
Uno de los ejemplos más claros es Antes muerta
que Lichita, ganadora del Premio TVyNovelas a la Mejor Telenovela, que entrega
la revista TVyNovelas. De manera paralela a la transmisión de la televisión
abierta, la trama ‘vivió’ en una página web, en donde la gente podía ver una
webnovela que supuestamente veían los protagonistas, un blog de Lichita, el
detrás de cámaras, tutoriales, un juego y consejos, entre otras cosas. Sin
embargo, la historia sigue siendo muy parecida a la fórmula de Betty la Fea (de
origen colombiana): la chica que necesita ser bonita para destacar.
En el otro frente, Televisión Azteca ha
apostado por las producciones extranjeras. De hecho, en 2014 firmó un contrato
con la brasileña Rede Globo. Entre algunas producciones extranjeras que han
pasado por la televisora del Ajusco están Avenida Brasil (Brasil) y Qué culpa
tiene Fatmagül (Turquía).
Pero no parece que el recurso dé resultados.
“La paradoja es que (las empresas) buscan rentabilidad suprimiendo y
reduciendo presupuestos; reducen la calidad del producto y matan la
rentabilidad”, explica Epigmenio Ibarra, fundador de Argos Comunicación y uno
de los artífices de Mirada de mujer.
El año pasado, las producciones de TV Azteca
quedaron fuera del listado Los 10 títulos más vistos: origen, rating, share,
elaborado por el Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva capítulo
México (ObitelMéxico), en el que Televisa acaparó todos los sitios.
Para revertir las cosas, la televisora anunció
en enero de este año que buscaría nuevas alianzas estratégicas con productoras
independientes, así como la contratación de Joshua David Mintz, ex
vicepresidente de Telemundo, quien produjo éxitos como o El Señor de los
Cielos y La Patrona. Forbes México solicitó entrevista con directivos de
Televisión Azteca, pero no obtuvo respuesta.
Ni serie ni
telenovela… serienovela
Lejos quedaron los tiempos en que la telenovela
era una referencia en el mundo del tipo de televisión que se hacía en México.
En esa época dorada, producciones como Los ricos también lloran (1979) se
convirtieron en un fenómeno televisivo en Rusia, además de llegar a las
pantallas de China y Medio Oriente –Televisa aún exporta sus telenovelas a más
de 80 países de Medio Oriente y Europa del Este.
Hay quienes vaticinan larga vida para las
telenovelas. Las cosas seguirán como están en los próximos 10 años, asegura
Francisco Hernández Lomelí, investigador de ObitelMéxico.
No hay una cultura acumulada de producción,
agrega, ni alguna otra fidelidad por parte de la audiencia que pueda
desplazarla en un corto o mediano plazos, sobre todo entre los mayores de 30 y
40 años, donde está la mayoría del público.
Lo que no se puede negar es que las series
extranjeras se han echado a la bolsa a un sector de la población, para quienes
los dramas de las telenovelas son anacrónicos. “Definitivamente hay que cambiar
la estructura de la telenovela, más que su historia es la estructura de
producción, los valores de producción, la forma como se escriben los guiones,
eso cambia la elasticidad de la telenovela. Esperar 300 capítulos para culminar
un final… hay que hacer algo para que la gente se quede prendida”, especifica
Marcello Coltro, vicepresidente de Content Distribution de Cisneros Media
Distribution.
“Los peores enemigos de la telenovela son los
ejecutivos de los canales de televisión, que están aferrados a las repetición
de novelas exitosas, a los refritos, a las fórmulas, y eso es lo que se está
desgastando”, considera Epigmenio Ibarra. Por eso, la apuesta de su productora,
Argos, está en las telenovelas realistas, que hablen de lo que está aquejando
al país, como la política, la violencia y los problemas sociales.
Uno de los sellos de la telenovela mexicana es
la cautela para tratar temas que son parte de la vida de sus propios
seguidores. “Son cuidadosos (en las grandes televisoras) de no ir más allá de
lo que acepten las audiencias o el Estado de ellas”, cita María Rebeca Padilla
de la Torre, autora de Relatos de Telenovela, vida, conflictos e identidades
(UdeG/Universidad de Aguascalientes, 2004). Y añade: “en México han sido mucho
más conservadores que en países como Brasil, que ha sido punta de lanza en
olvidar la historia romántica e incorporar narrativas muy políticas, de temas
de la mujer, etcétera, ya de manera mucho más clara y frontal”.
Una de las empresas que ha entendido la
necesidad de cambiar y da sus primeros pasos fuera del viejo esquema es Grupo
Cisneros, el grupo empresarial venezolano, dueño de Venevisión. Un ejemplo es
su telenovela Entre tu amor y mi amor, en la que se mantiene la hebra
romántica, pero narrada con escenas mucho más rápidas que en la telenovela
tradicional, con diálogos cortos (de dos a tres minutos) y una cantidad menor
de personajes y subtramas, para que pueda tener una mayor sobrevida digital y
la gente pueda ver dos o tres episodios de golpe.
Pero la búsqueda por el modelo ideal sigue. En
Para verte mejor, los productores de Venevisión optaron por un formato que
ellos llaman serienovela. En la telenovela prácticamente ya se sabe cómo será
el desenlace, pero en esta historia, Grupo Cisneros incorporó el elemento
sorpresa, muy común en las series, cada 24 capítulos, para dar el misterio de
thriller al producto.
Para verte mejor estará dirigida al público
hispanoamericano y su realización fue puesta en manos de un director de
series, pues este tipo de formatos, además de requerir un tratamiento 360 de
una cámara, necesita que los actores sean más ágiles, con silencios cortos. Las
historias tienen que ser más rápidas y sofisticadas, tanto en el uso de
tecnologías como en narrativas y temáticas, requieren mucha información en dos
o tres cuadros. Los televidentes “ya no tienen esa paciencia de ver al actor
caminar y subir la escalera”, postula Padilla de la Torre.
Los actores tienen que ser más dinámicos, y es
así que hoy una charla no puede durar seis u ocho minutos como antes, indica
Marcello Coltro, tiene que ser algo rápido, con diálogo no hablado, muchas
miradas, y silencios cortos.
En cuanto a la distribución, en Para verte
mejor los clientes tendrán la opción de utilizar el producto, compuesto por
cinco temporadas de 24 episodios, como una serie o como una telenovela de 120
episodios.
¿Amenaza o evolución?
Aunque en Televisa descartan que la telenovela
esté bajo amenaza, han comenzado los experimentos en busca de mantenerse
vigentes. A partir de finales de agosto, la televisora transmitirá historias
como Mujeres de negro, que trata de tres esposas que cansadas de los maltratos
de sus esposos se unen para matarlos.
“Son historias que tienen un thriller atrás,
una realización distinta y estamos tratando de entregarle a la audiencia unas
opciones más seriadas en nuestro principal horario que es el prime time”,
adelanta Vizcarra.
La ejecutiva de Televisa sí ve en la
serienovela el siguiente eslabón en la ruta evolutiva de los melodramas
televisados. “En algunos casos sí, que es lo que estoy planteando que vamos a
hacer en nuestro horario estelar –expresa Vizcarra–. Pero en los horarios de la
tarde seguimos con historias tradicionales, pero adaptadas a una realidad y
con menores capítulos, pero no serían serienovelas, serían novelas”.
Pese a todo, Televisa no parece tener prisa.
Actualmente, sus telenovelas siguen proveyendo sus márgenes de rentabilidad, a
pesar de la entrada de nuevas plataformas de entretenimiento y las caídas de
los ratings en general.